Emoción y decisión: entender el cerebro del consumidor
En los últimos años he visto crecer notablemente la cantidad de estrategias y campañas denominadas centradas en el consumidor pero muchas veces, estas campañas fallan en entender verdaderamente las emociones específicas de su público objetivo. La mayoría presume de conocer profundamente a sus clientes. Pero la pregunta clave sigue siendo: ¿realmente sabemos cómo deciden nuestros consumidores?
Mi respuesta corta: probablemente no tanto como creemos.
La emoción como protagonista de la decisión
La mayoría de los marketers hemos sido formados en la idea de un consumidor racional. Crecimos creyendo que las personas eligen un producto comparando conscientemente atributos, beneficios y precios. Pero la neurociencia moderna, especialmente en las últimas décadas, nos ha obligado a repensar todo lo que dábamos por sentado. El neuromarketing, precisamente, se ha consolidado como un enfoque clave para comprender y aprovechar esta nueva perspectiva.
En mi experiencia, la mayoría de las decisiones comienzan en un análisis algo consciente de las opciones, pero se define en lugares mucho más profundos: las emociones y los atajos mentales. Autores como Antonio Damasio y Daniel Kahneman, entre otros, revolucionaron nuestra forma de entender cómo pensamos y decidimos.
Neurociencia y el fin del paradigma racional
Damasio es claro: no existe decisión sin emoción. En otras palabras, esa decisión que tomamos creyendo ser racional es, antes que nada, emocional. Esto desafía directamente al paradigma tradicional del marketing, que sigue sobrevalorando el poder del argumento racional por encima del poder de la emoción.
Kahneman, premio Nobel y una de mis influencias favoritas, profundiza más. Divide la mente en dos sistemas: el Sistema 1, emocional, intuitivo y rápido; y el Sistema 2, racional, lógico y lento. Contrario a lo que muchas marcas quieren creer, el Sistema 1 manda el 90% del tiempo.
¿Y esto qué implica? Que las campañas más efectivas no son necesariamente las que ofrecen la información más completa, sino las que despiertan emociones concretas: alegría, seguridad, nostalgia, pertenencia. Los mejores mensajes, en mi opinión, son aquellos que conectan rápido con el consumidor en un nivel más profundo, casi instantáneo.
La importancia de una narrativa de marca auténtica
Las marcas que realmente entienden cómo funciona nuestro cerebro son aquellas que ya no intentan convencernos racionalmente. Simplemente saben cómo activar esos “botones emocionales” correctos que disparan la elección mucho antes que la razón tenga algo que decir. La narrativa de marca es clave en esto: contar historias auténticas, coherentes y emocionalmente resonantes hace que los consumidores no solo elijan un producto, sino que construyan un vínculo genuino y duradero con la marca.
Claro que esto no significa manipular. Entender las emociones implica justamente respetarlas, crear experiencias valiosas y reales. El consumidor de hoy tiene un radar muy fino para la falsedad o la exageración. Lo emocional, para funcionar, debe ser auténtico.
En definitiva, creo que las marcas que lideren el futuro serán las que abracen esta realidad neurocientífica y emocional sin miedo. Serán aquellas capaces de dejar atrás viejos paradigmas y entender que antes de convencer hay que conectar. Y conectar, queridos colegas, es siempre un asunto de emociones.
Por Lisandro Iserte